Niveles de monitorización: La importancia del volumen de escucha en tus monitores de estudio

Niveles de monitorización: La importancia del volumen de escucha en tus monitores de estudio

¿A qué nivel de volumen escuchas cuando compones, grabas, mezclas o masterizas tu música? ¿Y siempre trabajas al mismo volumen, o quizá subes tus monitores hasta un nivel cómodo?

Muy probablemente, al igual que hacen muchas personas que trabajan en todo tipo de entornos de producción musical, desde estudios caseros de habitación hasta espacios comerciales de grabación, la realidad suele ser que el volumen de los monitores es fijado a un nivel cómodo de escucha.

Simplemente, algunos (o muchos) suben el volumen hasta que les suena bien en ese día particular, y podría ser un nivel diferente en comparación con el de la jornada anterior. Pero si en realidad es así como tú también trabajas, te estarías perdiendo un truco… Uno que podría mejorar la consistencia y la calidad de tus escuchas, y en definitiva, de tu trabajo en el estudio. Consideremos las razones…

Nuestro oído es un sentido de gran complejidad

La audición humana es compleja, realmente muy compleja. Y una de las inmensas complejidades de cómo el oído y el cerebro responden a las señales de audio es que su salida, la sensación que llamamos sonido, cambia según el nivel de volumen. En realidad, percibes diferentes cualidades en un sonido dependiendo de lo fuerte que sea.

Quizá la ilustración más familiar de la complejidad de la audición sea algo llamado las curvas de igual sonoridad de Fletcher-Munson o isofónicas. Y eso también es lo que define la implicación más obvia sobre la importancia de considerar los niveles de monitorización en el estudio.

La curva o contorno de Fletcher-Munson data del trabajo realizado en la década de 1930 del siglo pasado, y ha sido revisado y refinado varias veces desde entonces (en particular por Robinson y Dadson en 1956); la revisión más reciente fue publicada en un estándar internacional de 2003 (nos referimos a la norma ISO 226:2003, que en España está recogida en el estándar UNE-ISO 226:2013).

Pero el principio de Fletcher-Munson continúa siendo válido e ilustra cómo cambia nuestra percepción del sonido en términos de balance de frecuencia ante la escucha de diferentes niveles de volumen.

Curvas de igual sonoridad establecidas por Munson y Fletcher en 1930
Curvas de igual sonoridad establecidas por Munson y Fletcher en 1930

Fíjate en la curva de más abajo en la gráfica anterior, y comprobarás que el umbral de audición está fijado en unos 25dB para el entorno de los 100Hz; y de ese modo, a volúmenes relativamente bajos, el nivel requerido para que, digamos, el sonido a 1kHz sea percibido con la misma sonoridad o loudness que el de las frecuencias a 100Hz y 10kHz, debería ser unos 25dB más alto.

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Sin embargo, a medida que aumenta el nivel de volumen, queda reducida la diferencia entre la sonoridad percibida en diferentes partes del espectro de frecuencias audibles. Tú mismo puedes hacer un experimento sencillo para probar esto: Reproduce un poco de ruido rosa a través de tu sistema de monitorización, comenzando con un nivel de volumen muy bajo. Y a medida que aumentes lentamente el volumen, escucharás que las frecuencias graves (bajas) y agudas (altas) serán más evidentes. Enhorabuena, pues en tal caso habrás asistido a la escucha del contorno de Fletcher-Munson en acción.

Tomando decisiones creativas sobre la base de una escucha correcta

En las tareas de grabación, mezcla y masterización, la percepción de la sonoridad a diferentes niveles tiene una implicación bastante obvia: Y es que a menos que trabajes a un volumen constante, es probable que las decisiones que tomes sobre el balance tonal resulten ser inconsistentes.

Pero hay más: Nuestros oídos y cerebros realizan también una adaptación frente a la  percepción del volumen, y ésta depende de la historia reciente del nivel de presión sonora. Todos hemos tenido la experiencia de ir a un concierto y, cuando la banda explotó en la primera canción, pensamos: «¡Vaya, qué ruidoso! No estoy seguro de cuánto tiempo podré soportarlo». Y luego, después de unos minutos, ya no parecía tan fuerte. Esto no implicaba que el ingeniero de mezcla del FOH hubiese notado tu incomodidad y redujese entonces el volumen en 6dB, sino más bien fue que tu cerebro recalibró su sensibilidad de entrada.

De nuevo, si trabajas en un estudio a un nivel demasiado alto, tus decisiones creativas podrían resultar erróneas cuando el material sea reproducido a un nivel más sensible. Surge también una reacción de estrés ante los grandes niveles de volumen que resulta en un aumento de la presión arterial y del ritmo cardíaco, además de cansancio o fatiga auditiva. Y eso también es un elemento que por sí solo puede distorsionar tus decisiones de trabajo.

En las industrias de Cine y Broadcasting (Radio, TV), el concepto de niveles fijos de volumen de reproducción para referencia está bien establecido, y los profesionales esgrimen muy buenas razones para ello. No sólo es vital que el público escuche todo sin ensordecerse, sino que también es importante que los estudios de mezcla de películas y broadcasting reflejen los niveles de volumen que normalmente son empleados en las sales de Cine y en los hogares.

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Controla tus niveles de monitorización –eso está en tus manos

Este es el problema: Tus oídos y cerebro responden a los cambios en los volúmenes de audio de una manera compleja sobre la que no tienes control. Sin embargo, posees el control sobre tu volumen de trabajo y, cuando desarrolles una estrategia de nivel consistente de volumen, tendrás más posibilidades de acabar con un trabajo igualmente consistente. Y de paso desarrollarás un enfoque más disciplinado para trabajar: No subirás el volumen al azar para emocionarte demasiado, y no sufrirás fatiga por escuchar demasiado alto durante mucho tiempo.

Disponer de niveles de volumen a modo de referencia no tiene por qué ser restrictivo –pero así tendrás referencias fijas a las que puedes volver para consulta, y quizá empleo para una verificación final de mezcla crítica…

El procedimiento de tres pasos para configurar el nivel de volumen

1. Establece y mide tu nivel preferido de volumen de trabajo sentado en tu posición habitual de escucha, reproduciendo material sonoro que sea típico en tu trabajo y que no presente grandes variaciones de volumen.

Si bien un medidor SPL –incluso uno económico– es mejor para este trabajo, no resulta ser absolutamente necesario, porque te las apañarás con una sencilla app de teléfono móvil para medición de niveles de sonido. Configura el medidor o la app para la medición de dB(C) con un tiempo de respuesta lento. Pudiera ser que no tengas disponible la ponderación dB(C), pero igualmente te servirá dB(A).

Sostén el medidor SPL o tu móvil con la app en la posición de escucha, y toma nota del nivel de volumen promedio. Y ten la precaución de dejar tiempo a la medición para que sea estable. Un valor entre 70 y 75dB sería razonable para la monitorización de campo cercano en un espacio relativamente pequeño (digamos, a una distancia entre 1,5 y 2m); no obstante, si la aplicación de tu smartphone no está bien calibrada, es posible que obtengas algo diferente.

2. Ahora mira las regulaciones del fader de salida en tu DAW y el control de volumen de monitor. Toma nota de ambos: Éstas serán tus regulaciones primarias para la referencia del nivel de volumen de monitorización. Y cada vez que trabajes, configura el fader de salida DAW y el control de volumen del monitor en estas posiciones, inicialmente.

3. Ahora piensa en el género de música que sueles hacer. ¿Tu especialidad es folk acústico, big band jazz, electrónica ambiental, o EDM, por ejemplo? ¿Qué nivel típico de volumen es probable que escuchen los consumidores de tu música?

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Si es más probable que tu trabajo sea escuchado a un nivel más bajo que tu volumen operativo principal de referencia, establece otra posición de referencia en el control de volumen del monitor que mida, digamos, de seis a 8dB más bajo. Luego podrás usar esa referencia secundaria para verificar cómo suenan las cosas a un volumen más bajo. Y por el contrario, si es probable que tu música sea escuchada a un nivel más alto que tu nivel de volumen principal de referencia, obtén otra referencia de volumen que sea quizá de seis a 8dB más alta. De nuevo, usa el control de volumen del monitor y marca el nivel.

Disponer de niveles de volumen a modo de referencia no tiene por qué ser restrictivo. Y es que aún serás libre de escuchar y trabajar al volumen que desees. Pero así tendrás referencias fijas a las que puedes volver para consulta, y quizá empleo para una verificación final de mezcla crítica –será entonces cuando habrás eliminado una variable importante, aunque a menudo no apreciada, en la compleja ecuación de la ingeniería de audio.