Cuando oyes la palabra ‘emepetrés’ lo primero que te viene a la cabeza es la última canción molona que escuchaste en tu iPod o la composición genial que subiste a My Space hace una semana… Lo último que se te ocurre es relacionarlo con el Instituto Fraunhofer IIS. Ellos fueron los creadores del algoritmo de compresión para audio – y vídeo – que después formalizó Motion Pictures Expert Group y llamó MPEG-1 Layer 3. El famoso MP3.
La intención era conseguir que el enorme caudal de datos de audio digital pudiera ser transportado por los anchos de banda disponibles y sentar así las bases para el audio en la futura televisión digital, la radiodifusión, los sistemas multimedia y la transmisión por redes telefónicas digitales. Lo que sin duda no calcularon fue la colosal transformación que aún se está produciendo desde entonces en el mundo de la música…
Hay que remontarse al siglo pasado para encontrar el origen de tan polémico algoritmo – aunque dicho así parece que haya pasado una eternidad, en realidad ¡no hace tanto! – concretamente a principios de los años 90, después de un largo desarrollo en los 80.
El sistema aprovechaba las deficiencias en la percepción de nuestro oído para eliminar los datos innecesarios o redundantes. La compresión MP3 – existen otras compresiones ‘con pérdida’ como Real Audio, WMA, Ogg Vorbis, etc. – reduce la cantidad de datos basándose en el efecto de enmascaramiento, entre otros. Un sonido enmascara a otro cuando son próximos en frecuencia y el primero tiene mayor nivel que el sonido enmascarado, que no se percibe. En esta situación el umbral de percepción se altera en las inmediaciones de frecuencia del sonido que enmascara. En ciertas bandas del espectro este efecto es más acentuado y MP3 aprovecha esto para eliminar todas esas frecuencias enmascaradas. Otro defecto de nuestro oído consiste en inventarse frecuencias que no existen cuando percibe armónicos superiores. MP3 aprovecha este efecto para reducir el ancho del espectro que normalmente se considera de 20Hz a 20kHz en otros formatos. MP3 separa en bandas críticas el audio a comprimir y analiza unos milisegundos para conocer cuál será el espectro enmascarado y en qué medida. La resolución habitual a 16 bits no es necesaria en muchas bandas donde el ruido es enmascarado por la señal. MP3 usa la mayor resolución de cuantificación cuando el ruido puede resultar más audible. Este proceso es capaz de diezmar la tasa de 1411,2 kbps del audio PCM, suficiente para el objetivo perseguido. MP3 ha evolucionado su método de reducción de datos para optimizar la calidad de audio variando el ratio de compresión según sea la señal. Y la historia continúa…
En la práctica la mayoría de los usuarios quedan satisfechos al escuchar música comprimida MP3. Aunque no sé cuánta gente ha probado a comparar la escucha de una canción en CD y la misma en MP3… No hace falta la sensibilidad de un concertista – sólo unos monitores decentes – para notar la diferencia. Recomiendo la experiencia…
El efecto sobre la industria discográfica es de sobra conocido: archivos compartidos, nacimiento de Napster, demandas, sanciones millonarias, muerte de Napster, las setas que crecieron después, las demandas no prosperadas en nuestro país, Prince vende sólo por internet y Trent Reznor, Wilco, Radiohead, entre otros, cuelgan sus temas gratis – o por una ‘limosna’ – en la red, la SGAE que se mete hasta en la boda de tu primo para sacar trozo y pérdidas por valor de millones y millones de euros…
Da la sensación de que la industria no puede adaptarse tan rápido a la nueva situación, aunque sus esfuerzos hace. Los DVDs de vídeos musicales regalados no han sido suficiente reclamo para elevar las ventas de CDs al nivel de tiempos pasados. Las entradas de conciertos se cotizan en la bolsa y por ahí saben algunos que van los tiros. Lo suscribo, desde luego.
El Mp3 es la oveja negra de la industria, aunque hasta las firmas más ‘pro’ se han subido al carro que tira la ‘mula’ digital gracias al iPod y similares. Shure y Sennheiser, entre otros, comercializan auriculares para reproductores Mp3 de consumo en una gama de precios destinada a sibaritas. Una contradicción aparente – sólo aparente – si tenemos en cuenta la pérdida de calidad con respecto a otros formatos sin compresión. Pero ellos saben que Mp3, aunque con patente, sigue en evolución, el ancho de banda de internet se amplía y la calidad de audio también mejora. Además iTunes Store vende canciones con calidad AAC, mejor que MP3, y por diez euros tienes un álbum completo para disfrutar.
Hay multitud de frentes por donde la industria intenta resurgir, sin embargo, si todo el mundo saca a pastar a la ‘mula’ al campo verde, la deforestación está garantizada. Y estoy segura de que eso no es lo que más deseas…
Hasta el próximo Nivel.