El compresor Fairchild: ese sonido…

Tony Visconti, el legendario productor de David Bowie nos habla sobre el compresor Fairchild…

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Productor, arreglista, músico, mezclador y un colaborador siempre ejemplar –Tony Visconti es todo eso y más. Visconti ha sido descrito como uno de los productores más importantes de la historia del rock.

Como ejemplo aquí tienes algunos momentos musicales clásicos que Visconti ayudó a crear: Get It On (Bang A Gong) y Cosmic Dancer de los T. Rex que son piedras angulares del rock and roll. Obras maestras como Young Americans, Heroes y The Man Who Sold The World de David Bowie. Temas de The Moody Blues como Your Wildest Dreams y I Know You’re Out There Somewhere ya forman parte de la memoria colectiva del rock. Y hay mucho más…

El estilo de Visconti es versátil y voluble, en un cara a cara con las ondas de Thin Lizzy, Luscious Jackson, The Strawbs, U2, Fall Out Boy, Alejandro Escovedo, Mercury Rev, Sparks, o Badfinger.

El compresor Fairchild

El compresor estéreo Fairchild 670 está considerado por muchos como el limitador de mastering definitivo. Es probablemente el compresor más caro del mundo y el rey indiscutible de los limitadores de válvulas de tipo Vari-Mu. Esto significa que el ratio de compresión cambia dinámicamente en respuesta del nivel de la señal. El resultado es una forma distinta de compresión gradual que responderá de una forma diferente en función del carácter de la señal de entrada.

Con un peso alrededor de 30kg, esta bestia de 20 válvulas tiene una gran variedad de aplicaciones. Como muchos productores y locutores de radio de antaño sabían, el truco más famoso y explotado era su poder para consolidar en bloque la mezcla. Desafortunadamente, la cara más amarga de poseer una de estas raras piezas es la escasez de recambios -en especial, las válvulas de características idénticas por pares, y los sobrecostes que supone su mantenimiento.

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Una pregunta. Una Respuesta

Hemos preguntado a Tony Visconti: «Dejando a un lado la perspectiva tanto estética como emocional, ¿qué tiene para ti Fairchild que lo hace diferente con respecto a otros compresores/limitadores?»…

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Visconti al habla…

«Empecé a utilizar y apreciar el compresor/limitador Fairchild 660 a finales de los 60, cuando por fin le puse nombre a esa gran caja negra atornillada al rack en los estudios Olympic. En los tiempos de la grabación de cinta a una, dos y cuatro pistas, todos los micrófonos eran enviados a una cadena de procesamiento de señal que incluía compresión y ecualización, normalmente por ese orden».

«La idea del control ‘auto-level’ era hacer sonar la música más alta que el ruido de cinta (que solía ser bastante alto). Nunca hubo una colección de Fairchild en el rack -podía haber dos unidades como mucho, aunque normalmente teníamos sólo una. Eran carísimos (incluso ahora lo son más). Era ‘la caja negra’ a la que podías enviar toda señal para obtener un sonido compacto, ya fuera un kit de batería completo o un bajo, e incluso ambos si el ingeniero creaba un bus para tres o más micrófonos cuando los utilizaba en esos instrumentos».

«En una sesión de mezcla, que mayormente se hacía en mono, lo insertábamos en el bus de salida. Este compresor fue igualmente responsable junto a las grabadoras de cinta de ese sonido ‘cremoso’ y analógico de ensueño. Era tan analógico que sus entrañas estaban conectadas y cableadas a mano, y la señal procesada atravesaba una serie de lamparas de vacío (llamadas válvulas en Reino Unido, otra desconcertante palabra que tuve que aprender como Americano en el extranjero que era)».

Nadie sabía cómo estaba conectado ni cableado. Simplemente, no podía funcionar sin esa extraña configuración… ¡Tan sólo funcionaba y punto!

«Para un aparato reciente de alta fidelidad y calidad, esta bestia resultó ser muy versátil tanto por su rapidísimo ataque como sus amplios y variables tiempos de relajación. Durante los años 50, y oído por los ingenieros más viejos, el ataque rápido servía para prevenir que los transformadores de transmisión de las radios AM reventasen -literalmente, explotaban».

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«En esos días también se daba una ‘guerra del volumen’. Toda emisora de radio quería sonar lo más alto posible. Un compresor Fairchild insertado en la señal antes de su salida en antena, hacía ese trabajo admirablemente. Aquellos descarados discos pop necesitaban ser domesticados y no podían sonar más alto o bajo que las ‘agradables’ voces del DJ de turno. De hecho, es lo que seguimos escuchando en cualquier emisora de radio a día de hoy».

«Desde mi conocimiento del Fairchild, se ha hablado mucho de él y vendido por cantidades ingentes de dinero, ya sea reutilizado o seminuevo. Son simplemente preciosos. Tras mi entrada oficial en los estudios Olympic gracias a los ingenieros Keith Grant y Glynn Johns, recuerdo que vi uno en la sala de montaje de discos de la editorial en la que me tenían como asistente de producción. Vi que efectivamente era un Fairchild y se utilizaba durante el proceso de cortar discos de acetato (era el formato preferido para las maquetas, años antes de la invención del cassette)».

«Aunque su utilidad era para vender canciones, a menudo hacía un disco de mi última producción con él para escuchar cómo sonaba. Cuando le rogué a mi jefe que me lo dejara para trabajar en el estudio, me dijo que no era el único que preguntó por él. Me comentó que no podría llevármelo de la sala, ya que la persona que trabajó allí y que lo instaló había dejado la compañía. Nadie sabía cómo estaba conectado ni cableado. Simplemente, no podía funcionar sin esa extraña configuración. ¡Tan sólo funcionaba y punto! Así que no pude tenerlo».

«Desde entonces, he puesto mis manos en un Fairchild muchas veces. Sigue conservando toda la fascinación y peligro que podría tener el casco de Darth Vader, especialmente cuando lo miras fijamente. Desde un punto de vista musical, no podrías hacer nada mejor que utilizarlo sobre voces, un bajo, un par estéreo del bus de mezcla o especialmente en un bombo, como a sus 19 años descubrió el viejo Geoff Emerick mientras grababa el álbum Sgt. Pepper de The Beatles».

«El Fairchild es mi pegamento sonoro, hace que todo suene genial. Nunca he poseído uno, pero he utilizado muchos. Ahora tengo un plugin de alta calidad que suena realmente muy parecido al original (no me matéis, he dicho, ‘muy parecido’…)».

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